En un arrebato de postureo izquierdista que traiciona la voluntad popular, el Gobierno de Sánchez y RTVE han decidido retirar a España de Eurovisión 2026 si Israel participa, usando la tragedia de Gaza como excusa para un aislamiento selectivo que huele a antisemitismo disfrazado de solidaridad. Pero los hechos desmontan esta farsa: los votantes españoles de Eurovisión otorgaron 12 puntos a Israel en la final de Malmö 2024, demostrando que el pueblo no comparte la agenda radical de la élite progresista. Esta decisión no es del pueblo; es una capitulación ante presiones extremistas que castigan a la única democracia en Oriente Medio mientras ignoran atrocidades de regímenes como Irán o China. La derecha lo ve claro: es un doble rasero que premia al terror y debilita a Occidente, como ya hizo la UER con Rusia por Ucrania, pero no con otros conflictos.
«España no participará en la próxima edición de Eurovisión en Viena si Israel continúa en el festival de música mientras persista la masacre en Gaza», declara un informe de RTVE. Sin embargo, los televotantes españoles premiaron a Eden Golan con los máximos 12 puntos en la gran final de 2024, según los resultados oficiales de Eurovisión. Esto choca con el boicot actual, impulsado por el PSOE, como revelan los medios: «El Gobierno presiona a TVE para que España no participe en Eurovisión si Israel sigue en el certamen». ¿Por qué esta desconexión? La izquierda impone su narrativa victimista, mientras la derecha defiende que los votantes, no los burócratas, deben guiar la cultura. Este boicot no resuelve nada; solo empodera extremistas y divide Europa.