La nueva ley antitabaco: el Gobierno persigue a los ciudadanos mientras perdona a la industria

Escrito el 09/09/2025
Equipo NE

El Gobierno de Pedro Sánchez ha dado un nuevo paso en su agenda de intervencionismo con la aprobación de una nueva ley antitabaco que, bajo la excusa de la salud pública, ataca directamente a la libertad individual de los ciudadanos. La norma, presentada con bombo y platillo por la ministra de Sanidad, Mónica García, ha sido vendida como un gran avance, pero un análisis más profundo revela que es un simple parche que deja intacto el verdadero problema: los ingresos millonarios de la industria tabaquera.


Restricciones que limitan la libertad individual

La ley prohíbe fumar en lugares como terrazas, piscinas y marquesinas de autobús, espacios al aire libre donde el supuesto «humo pasivo» no representa un riesgo significativo. Esta medida, lejos de proteger la salud, parece un simple capricho ideológico para controlar los hábitos de los españoles. Se trata de un nuevo intento de criminalizar al fumador, empujándolo a los márgenes de la sociedad y negándole su derecho a consumir un producto que es legal y genera importantes ingresos para el Estado.


Un trato de favor a la industria del tabaco

Mientras el Gobierno persigue a los fumadores, ha decidido mirar para otro lado en lo que respecta a las medidas que realmente harían daño a la industria. La ley deja fuera el empaquetado genérico y la subida de impuestos, dos de las propuestas más demandadas por las asociaciones sanitarias. Esta decisión, que ha sido celebrada por la industria tabaquera, demuestra que al Gobierno no le interesa la salud pública, sino mantener el statu quo con sus socios económicos y no perjudicar la recaudación de Hacienda.

Varios medios señalan que esta ley es un «golpe de efecto» del Gobierno para desviar la atención de los verdaderos problemas económicos del país mientras se persigue al ciudadano de a pie, se mantienen los privilegios de las grandes corporaciones, demostrando una vez más que la izquierda, aunque se vista de moralidad, no es más que una sirvienta de los intereses corporativos. En definitiva, la nueva ley antitabaco es una farsa que ataca a la libertad individual sin resolver el problema de fondo.