El presidente Donald Trump ha anunciado su intención de poner fin al sangriento conflicto en Sudán, respondiendo a una petición directa del príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman. Mientras algunos titulares simplifican esto como un mero gesto de paz, la realidad es mucho más audaz: se trata de forjar una coalición estratégica que no solo resuelva la crisis africana, sino que fortalezca el eje anti-radical en la región, desafiando las narrativas débiles de la izquierda que prefieren el aislacionismo o la inacción multilateral. ¿Es esto el regreso del liderazgo americano firme, o un riesgo calculado en un polvorín?.
Trump, en su estilo directo y sin rodeos, declaró que Estados Unidos impulsará «cooperación y coordinación» para terminar la guerra civil en Sudán, que ha dejado miles de muertos desde 2023. «Bin Salman me pidió que hiciera algo sobre la guerra en Sudán. Hemos empezado», afirmó el presidente, destacando su compromiso inmediato. Esta iniciativa no surge de la nada: durante su primer mandato, Sudán fue clave en los Acuerdos de Abraham, integrándose en una «alianza del Mar Rojo» que contrarresta influencias iraníes y asegura rutas comerciales vitales. ¿Por qué la administración anterior ignoró esta crisis, permitiendo que se agravara bajo el manto de políticas «progresistas» que priorizan el cambio climático sobre la seguridad?
Críticos de izquierda podrían argumentar que esto es intervencionismo innecesario, pero las visiones conservadoras lo ven como un golpe maestro. Trump usará su «poder e influencia» para mediar, a petición de un aliado clave como Arabia Saudí. Esto contrasta con visiones más escépticas, que enfatizan el rol saudí sin cuestionar el liderazgo de Trump. El debate se enciende: ¿debería Estados Unidos liderar solo cuando le conviene, o es esta la oportunidad para expandir una alianza que incluya a Israel, Emiratos y ahora Sudán, aislando a extremistas?
La clave está en el contexto estratégico: Sudán no es solo África; es el pivote para contrarrestar amenazas en el Mar Rojo, donde el conflicto amenaza intereses israelíes y saudíes. Trump actuará «a petición de los saudíes», subrayando una diplomacia de resultados sobre retórica vacía. Mientras Europa se enreda en burocracia, Trump revive el ‘America First’ con aliados fuertes, cuestionando si el multilateralismo de la ONU ha fallado estrepitosamente.
Este enfoque no solo resuelve conflictos, sino que debate el rol de potencias como China o Rusia en África. ¿Permitiremos que avancen mientras Occidente duda? Trump dice no, y con razón.

