El reciente fallo que condena al expresidente Jair Bolsonaro marca un hito en la política brasileña, pero también genera serias preguntas sobre la independencia del sistema judicial del país. Más allá de Brasil, lo que ocurre debería preocupar a quienes valoran la salud de la democracia en la región.
Bolsonaro no enfrentó un juicio ordinario: su proceso estuvo cargado de connotaciones políticas y fue juzgado por magistrados de la Corte Suprema, entre ellos Cristiano Zanin, abogado personal de Lula y cuyo matrimonio tuvo a Lula como padrino, Flávio Dino, exgobernador y actual magistrado con historial de oposición a Bolsonaro, y Alexandre de Moraes, figura central del poder judicial sancionada recientemente por Estados Unidos bajo la Ley Global Magnitsky por violaciones de derechos humanos, detenciones arbitrarias y censura contra opositores. La participación de estos jueces, todos vinculados política o personalmente con el presidente Lula, ha generado cuestionamientos sobre la imparcialidad del tribunal.
El relato oficial sobre un supuesto “golpe de Estado” en enero de 2023 ha servido como justificación para la condena. Sin embargo, en aquel momento Lula ya controlaba las Fuerzas Armadas y ejercía plenamente el poder. La protesta que derivó en la acusación estuvo compuesta en gran medida por ciudadanos comunes, familias y ancianos sin armas, lo que cuestiona la narrativa de un intento de golpe.
La indiferencia internacional frente al caso es alarmante. Organismos que suelen intervenir ante violaciones de derechos humanos permanecen en silencio, mientras Brasil enfrenta problemas estructurales: jubilados desprotegidos, corrupción persistente y un gobierno más enfocado en reprimir a la oposición que en gobernar.
La historia latinoamericana ofrece advertencias claras. En Cuba y Venezuela, la represión comenzó disfrazada de justicia. Hoy, Brasil corre el riesgo de repetir esa dinámica. Lo que está en juego no es solo la libertad de un expresidente, sino la integridad de la democracia en la mayor nación de América Latina.