El Ministerio del Interior ha provocado una tormenta política al designar a un comisario de Barcelona –el mismo que no logró capturar a Carles Puigdemont– para liderar el dispositivo de seguridad de la etapa final de la Vuelta Ciclista a España en Madrid. El resultado fue un desastre absoluto: 22 policías heridos, la carrera suspendida a 60 kilómetros de la meta y la imagen de España mancillada por radicales propalestinos que irrumpieron en el Paseo del Prado. ¿Coincidencia o sabotaje calculado? Mientras el ministro Fernando Grande-Marlaska presume de un operativo «suficiente», fuentes sindicales como Jupol denuncian que el despliegue fue diseñado para permitir el caos, con solo 560 antidisturbios frente a 500 activistas violentos y una «orden de no actuar» emitida esa mañana. «Un auténtico desastre operativo», claman, exigiendo la dimisión de Marlaska y del delegado del Gobierno, Francisco Martín.
El operativo, liderado por un mando de la UIP de Barcelona («Jaguar») en lugar de los experimentados equipos locales «Puma» o la UCI de Madrid, ha desatado críticas feroces. «¿Por qué un foráneo que no conoce Madrid?», se preguntaba un agente herido en The Objective. La elección de este comisario, conocido por su fracaso en el caso Puigdemont, alimenta sospechas de una maniobra para debilitar a Madrid, bastión del PP, mientras Sánchez y sus socios de Sumar aplauden a los saboteadores. Yolanda Díaz tildó las protestas de «dignas», y Martín las llamó «un ejemplo de paz», pese a los heridos y el boicot. «Sánchez alienta el fuego en vez de apagarlo», acusó Isabel Díaz Ayuso, alertando sobre el daño a la reputación internacional de España, reflejado en titulares de El País y The Guardian.
La oposición no se queda callada: el PP y Vox exigen explicaciones por lo que consideran una traición a la seguridad nacional. El Mundo detalla cómo Interior ordenó «proteger la Vuelta y permitir las protestas», un equilibrio imposible que solo benefició a los radicales. Con solo dos detenidos, el fiasco es evidente. ¿Por qué un mando catalán en Madrid? ¿Es esta la factura de los pactos de Sánchez con los independentistas? España merece respuestas, no más experimentos ideológicos.