Los datos presentados por la propia ONAI confirman una caída del 18% respecto a las paupérrimas cifras arrojadas en 2024.
La semana pasada concluyó la 41 Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2025), demostrando, de manera inequívoca, el inexorable rumbo negativo que mantiene el país y en donde el Ministerio de Turismo tiene un papel clave que impulsa, en vez de ralentizar, la debacle económica y financiera que se vive en la isla.
De nada han valido las nuevas y eternas “promesas” del régimen, ni los cantos de sirena que surgen desde el ejecutivo cubano; efectuados esta vez, tanto por el primer ministro Manuel Marrero, así como también por el recién elegido –también a dedo– viceprimer ministro, el sobrino nieto de los Castro, Oscar Pérez-Oliva Fraga.
Fuentes varias, desde dentro de la sede de FIHAV en el recinto ferial de EXPOCUBA, comentan que tan solo se han podido cerrar unas diez cartas de intención –que en Cuba desde siempre han sido “papel mojado” sin algún tipo de valor- y tan solo tres negocios donde interviene directamente el capital extranjero.
Esto es un detalle más de la estampa generalizada que vive el país:
Cuba muestra hoy en día la peor situación en décadas de régimen comunista; una economía casi destruida por completo e incapaz de producir valores suficientes que garanticen una mínima estabilidad a la sociedad; además la isla es golpeada por el crónico y creciente déficit energético que trae como consecuencia apagones kilométricos, a lo que se une una situación de hambruna crónica que sufren los cubanos, y para colmo de males, el país se encuentra bajo un ataque de varios virus, como el Dengue Hemorrágico, el Zika y el Chikungunya, que mantienen en jaque a la población con hospitales desbordados y farmacias sin medicamentos… y esto es, sin incluir en la mortal ecuación, las tareas de reordenamiento que está implementando el régimen con una escalada gradual para la dolarización de la economía; situación esta que tiene reventados –literalmente hablando- a los cubanos que de media ganan unos 15 dólares al mes.
En este contexto de qué valdrían las palabras de primer ministro Marrero cuando proclamó que se pondrán en marcha “un nuevo paquete de medidas” -otro más- que de llegar a materializarse cambiaría varios aspectos claves dentro del marco inexpugnable y rígido que han significado las leyes de inversión extrajera en Cuba, incluso desde que se implementaron los “famosos” cambios sustanciales en el año 2014.
Hoy el régimen “vende” un nuevo plan de inversiones en su Cartera de Oportunidades, cuando al mismo tiempo está implementando medidas que aplican un “corralito financiero” a las firmas comerciales e inversores extranjeros en Cuba, los cuales no pueden disponer libremente del capital que tiene circulando o invertido en la isla; razones estas para que el capital rehúya de invertir en la isla y en especial en el Turismo, donde hasta cierre de Octubre siete de cada diez habitaciones han estado vacías por completo.
En medio de este escenario podemos ver una ingente cantidad de hoteles vacíos y playas desiertas. Los viajes a la isla continúan cayendo en picado dado que es normal que nadie en su sano juicio –salvo asuntos de causa mayor- se vaya a vacacionar a un país colapsado en todos los aspectos; un país donde la miseria es el plato principal en la mesa y cuyas sombras, más allá de los hoteles se hacen tan grandes que no invitan, caída la tarde, a aventurarse por una calles que encima se encuentran repletas de basura y múltiples infecciones graves andan pululando por el aire.
Además la comunidad de cubanos residentes en el exterior, poco a poco ha ido entendiendo, que resulta mucho más rentable, invitar a sus familiares y seres queridos a otros polos turísticos fuera de la isla como son los ofrecidos por la República Dominicana. Ahora los cubanos, sobre todo aquellos que residen en los EEUU y Canadá, prefieren las playas de La Romana, Samaná, Bávaro o Punta Cana donde sin duda se encuentran hoteles de mucha mejor calidad que en Cuba, con ofrecen una marcada diferencia en la atención y los servicios y con su surtido de alimentación y bebidas que no se encuentran ni por asomo en los llamados “grandes hoteles” de cinco estrellas cubanos.
Sumando a lo anterior está el innegable factor Calidad/Precio donde Cuba no solo pierde por goleada ante sus homólogos de “La Española”, sino que además existen otros destinos en el Caribe, como son Cancún y Playa del Carmen en México, Jamaica, las Bahamas, Islas Turcas y Caicos, e incluso el lujo que ofrece el Caribe Francés son muchos más rentables que gastarse el dinero en unos hoteles sin comida y con una atención y unos servicios probadamente deficientes.
La realidad es que faltando apenas un mes para terminar el 2025 Cuba había recibido entre enero-octubre aproximadamente un 20% menos visitantes que en igual periodo de 2024. El peor mes de octubre en la etapa 2022-2025.
Así pues, con un país enfermo y a oscuras, donde las únicas luces aisladas las proveen los generadores eléctricos que alimentan el “modo de vida extranjero” en los hoteles del castrismo, donde la vida nocturna escasea y la criminalidad no para de aumentar, es normal que los números del turismo en la isla no paren de desmoronarse día a día.
Nada sucede por gusto y si por consecuencia; en este caso Cuba sufre de la manera más severa las malas políticas de inversión que implementa el régimen cubano en detrimento del mayor activo que siempre ha tenido la isla enfrente de otros polos turísticos de la región con los cuales nunca ha podido medirse de tú a tú: su gente, lo mejor de Cuba es el cubano y el régimen lo está “matando” en vida.

